El coste medio de reformar una vivienda creció más del 50 % desde 2020, mientras que el poder adquisitivo y los salarios están por los suelos. Por eso, hoy es prácticamente imposible llevar adelante un proyecto de este tipo sin un Préstamo para reformas que permita costear los gastos en materiales y mano de obra.
¿Cuánto cuesta hacer reformas en el hogar en 2025?
Parece que el ciudadano de a pie no tiene descanso: la inflación de junio fue del 2,2 % interanual, frente al 2 % de mayo. Si bien se mantiene estable, desde la pandemia este aumento constante ha reducido significativamente el poder de compra de la clase media.
Resulta difícil pensar en una persona que pueda disponer de ese monto sin una ayuda externa o dedicándole mucho tiempo a su trabajo, especialmente si deben dedicar esos recursos en otras facetas de la vida, como por ejemplo, como decíamos invirtiéndolos en reformas del hogar. Sin embargo, el problema es que este tipo de proyectos son mucho más difíciles de costear que hace unos años.
De hecho, el coste medio de reformar una vivienda en España ha subido más de un 50 % desde 2020: antes se pagaban 500 € por metro cuadrado en reformas estándar. Ese precio asciende a 750 € por metro cuadrado en 2025.
Esta alza de tarifas responde, por un lado, al aumento del precio de los materiales tras las disrupciones en las cadenas de suministro provocadas por la pandemia. El coste de insumos como cerámica, hierro o madera experimentó saltos de hasta un 30 % en 2021 y 2022 y las cotizaciones nunca volvieron a niveles previos.
Por otro lado, la escasez de mano de obra cualificada —Andimac denuncia la falta de cerca de 700 000 profesionales en el sector de transporte y de construcción— ha tensionado los presupuestos, ya que la elevada demanda encarece jornales y plazos de ejecución. Así, es cada vez más difícil para la clase media pagar por reformas en el hogar, celebrar bodas sin un préstamo para boda o viajar al exterior.
¿Por qué conviene pedir un préstamo para reformas?
Pedir un préstamo específico para reformas es una de las mejores alternativas para financiar el gasto sin condicionar el presupuesto. Estas financiaciones suelen ofrecer plazos flexibles con tipos de interés competitivos diseñados para proyectos de rehabilitación edilicia.
De este modo, es posible realizar mejoras significativas sin un gran pago inicial, garantizando la estabilidad económica del hogar. Para el propietario que planea vender después de reformar, la inversión resulta rentable siempre que el coste de la obra no supere el valor de mercado.
Las profesionales recomiendan destinar entre el 15 % y el 20 % del valor total del inmueble a la reforma, una proporción que maximiza la revalorización sin incurrir en sobrecostes. Estas líneas de préstamo cubren tanto el coste de los materiales como el de la mano de obra, cuyos precios han mostrado gran volatilidad en los últimos años.
Al firmar el contrato, el prestatario acuerda cuotas mensuales fijas, lo que facilita la planificación del presupuesto familiar y brinda visibilidad sobre los gastos futuros. Asimismo, algunas entidades incluyen períodos de carencia inicial para aligerar la carga financiera al comienzo de la obra.
En cuanto a la documentación, los requisitos dependerán de la solvencia económica de la persona. El mínimo que suele pedirse es la acreditación de ingresos recurrentes —por ejemplo, la nómina—, aunque también se permite la figura de un avalista si el solicitante carece de empleo asalariado
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