Las acciones de Intel (INT:QQ) experimentaron ayer un notable repunte del 7,38% en Wall Street tras conocerse que la administración de Donald Trump se encuentra en conversaciones para que el gobierno estadounidense adquiera una participación en el fabricante de chips. Esta noticia llega en un momento crítico para Intel, que atraviesa una de las peores crisis de su historia.
Los rumores que impulsan las expectativas de Intel
Según fuentes familiarizadas con la situación consultadas por Bloomberg, la Casa Blanca estaría negociando directamente con Intel para evaluar una entrada del gobierno en el capital de la compañía. Aunque aún no se han revelado detalles sobre el tamaño de la posible participación, el objetivo sería reforzar el centro de fabricación que Intel planea construir en Ohio, considerado estratégico para el liderazgo tecnológico estadounidense.
El proyecto de Ohio, valorado en 28.000 millones de dólares, pretende convertirse en la mayor planta de fabricación de chips del mundo, aunque ha sufrido múltiples retrasos. Originalmente prevista para 2025, su apertura se ha aplazado hasta 2030-2031, lo que representa un retraso de una década respecto a los planes iniciales.
De la confrontación al diálogo
Las conversaciones surgen después de un giro dramático en las relaciones entre Trump y el CEO de Intel, Lip-Bu Tan. Apenas una semana antes, el presidente había exigido públicamente la dimisión inmediata del directivo, acusándolo de tener «conflictos de interés» debido a sus presuntos vínculos con empresas chinas.
Sin embargo, tras una reunión en la Casa Blanca, Trump moderó su postura y elogió la «historia increíble» de Tan, abriendo la puerta a una colaboración estrecha para «fortalecer el liderazgo tecnológico y manufacturero de Estados Unidos». Este cambio de actitud del presidente parece haber sido el detonante de las negociaciones actuales.
Intel: una empresa en graves dificultades
La posible intervención gubernamental llega en un momento especialmente delicado para Intel. La compañía ha anunciado recortes masivos de personal que afectarán a más de 25.000 empleados, reduciendo su plantilla de 108.900 trabajadores a finales de 2024 a aproximadamente 75.000 a finales de 2025.
Además, Intel ha cancelado definitivamente proyectos clave en Europa, incluyendo fábricas en Alemania y Polonia, mientras consolida operaciones en Asia para reducir costos. Estos movimientos reflejan la presión financiera extrema que enfrenta la compañía, que reportó pérdidas netas de 2.900 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025.
La estrategia de Trump para los semiconductores
La posible participación en Intel forma parte de una estrategia más amplia de la administración Trump para fortalecer la industria de semiconductores estadounidense. El presidente ha anunciado aranceles del 100% a los chips fabricados en el extranjero, exceptuando únicamente a empresas que produzcan en territorio estadounidense.
Esta política proteccionista busca revertir décadas de deslocalización productiva y reducir la dependencia de proveedores asiáticos como TSMC y Samsung. Trump ha declarado que «queremos que la fabricación regrese a casa» y considera los semiconductores críticos para la seguridad nacional.
Un precedente de intervención estatal
La posible entrada del gobierno en Intel no sería un caso aislado. Recientemente, el Pentágono adquirió una participación de 400 millones de dólares en la minera de tierras raras MP Materials, mientras que Nvidia y AMD acordaron entregar al gobierno el 15% de sus ingresos por ventas de chips a China. Estos movimientos señalan un cambio hacia políticas más intervencionistas en sectores estratégicos.
El desafío competitivo de Intel
Intel enfrenta una competencia feroz de TSMC, que controla más del 62% del mercado global de fabricación de chips y el 92% en nodos avanzados como 3nm y 5nm. Samsung también ha ganado terreno, mientras Intel ha perdido cuota de mercado y se ha quedado rezagada en la carrera tecnológica, especialmente en chips para inteligencia artificial dominados por Nvidia.
Reacciones del mercado y perspectivas
Las acciones de Intel, que cotizaban en torno a los 23,86 dólares, experimentaron un fuerte repunte en las operaciones posteriores al cierre, alcanzando los 24,64 dólares. Esta recuperación representa un respiro para una acción que había perdido más del 50% de su valor en los últimos dos años.
Sin embargo, los analistas mantienen cautela sobre las perspectivas a largo plazo de Intel. Los objetivos de precio oscilan entre 14 y 29 dólares, reflejando la incertidumbre sobre la capacidad de la empresa para ejecutar su estrategia de recuperación.
El futuro incierto de un gigante
La posible participación gubernamental podría ofrecer a Intel el respaldo financiero necesario para completar sus ambiciosos proyectos de fabricación y competir con sus rivales asiáticos. No obstante, los desafíos estructurales de la compañía —desde problemas de ejecución hasta la pérdida de liderazgo tecnológico— requerirán más que capital para ser resueltos.
En un comunicado oficial, Intel expresó estar «profundamente comprometida a apoyar los esfuerzos del presidente Trump para fortalecer el liderazgo tecnológico y manufacturero de Estados Unidos», aunque se negó a comentar sobre «rumores y especulaciones». Por su parte, la Casa Blanca advirtió que las conversaciones deben considerarse especulativas hasta que se anuncien oficialmente.
La decisión final sobre esta operación sin precedentes podría definir no solo el futuro de Intel, sino también el rumbo de la industria de semiconductores estadounidense en las próximas décadas.
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